Así, después de dos años de lucha, su alma encontró la paz que anhelaba.
Más o menos, en el año 1510, sus superiores mandaron a Lutero a Roma, para desempeñar allí una comisión del convento. El había esperado encontrar en el sumo pontífice y su corte, modales de la vida cristiana, y quedó sorprendido y horrorizado al contemplar la corrupción que existía en los lugares que él creía verdaderamente santos. Sin embargo, consideró necesario seguir las costumbres de los peregrinos a Roma, y así, entre otras cosas, subió la «escalera santa» (que se cree trasportada por manos de ángeles de Jerusalén a Roma) de rodillas y diciendo un Padrenuestro en cada escalón. Repentinamente recordó la declaración del profeta Habacuc, citado después por el apóstol Pablo: «El justo vivirá por su fe» y le ocurrió que todas aquellas penitencias y todos estos rezos forzados, no valían absolutamente nada.
Sin embargo no pensó de sí sino como fiel hijo de la Iglesia Romana, y al regresar a su convento en 1512, recibió el título de Doctor de la Sagrada Escritura en su universidad de Erfurt, y aceptó el profesorado de teología en la recién fundada y pequeña universidad de Wittenberg. Al principio de su actividad como profesor, Lutero enseñaba la misma teología que había aprendido en Erfurt. La única diferencia entre él y los demás profesores, era de que él basaba los dogmas en la experiencia más bien que en principios filosóficos o autoridad del Papa o de la Iglesia. Pero poco a poco vino a entender que era imposible reconciliar sus principios con los de la teología antigua. Así pasaron cinco años.
En 1517 llegó cerca de Wittenberg, un fraile llamado Juan Tetzel recogiendo dinero para acabar la construcción de la iglesia de San Pedro en Roma, dando indulgencias en cambio, con autorización del mismo Papa y del arzobispo de Mainz. Tetzel afirmaba que cada vez que se oía sonar el dinero al caer en la caja de recaudación, se libraba un alma del purgatorio. El pueblo entendió que se compraba no solo el perdón de los pecados pasados sino aún el derecho de pecar durante unos días futuros, doctrina que soltó todos los lazos de la moralidad.
Lutero conoció el desastroso efecto de la venta de las indulgencias por medio del confesionario e indignado escribió sus famosas 95 tesis, clavando lo escrito en las puertas de la iglesia del Castillo de Wittenberg el día antes del «de Todos los Santos» para que fueran leídas por los que llegaran a la celebración de este día.
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Un corto de 10 Minutos
Algunas frases de Lutero
Martin Lutero
1483-1546. Reformador alemán.
Libros de Martin Lutero
Una mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más grande se vuelve.
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Tengo tres perros peligrosos: la ingratitud, la soberbia y la envidia. Cuando muerden dejan una herida profunda.
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La humildad de los hipócritas es el más grande y el más altanero de los orgullos.
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Aquel a quien no le gusta el vino, ni la mujer, ni el canto, será un necio toda su vida.
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La facultad del oído es una cosa sensible: muy pronto se sacia y al poco tiempo se cansa y aburre.
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El pensamiento está libre de impuestos.
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No hay manto ni sayo que peor siente a la mujer que el querer ser sabia.
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Paul Washer - Dejando Un Legado
Paul Washer - Dejando Un Legado - FIEIDE Retiro Juvenil
Paul Washer - Una Mente Renovada - FIEIDE Retiro Juvenil
viernes, 18 de septiembre de 2009
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